En la primera parte de esta nota habíamos hablado de los
“morteros comunitarios” (varias perforaciones sobre una sola piedra) y de los
morteros individuales que hay dispersos en gran cantidad en las afueras de
Anjullón. En esta segunda parte nos referiremos a los morteros que hay en el
ejido urbano del pueblo.
Si tenemos en cuenta que los primeros españoles llegados a
estos lugares se establecieron ocupando las mejores tierras de la zona,
desplazando a los primitivos habitantes que las ocupaban, es fácil suponer que
la mayor actividad diaguita se desarrolló en las actuales zonas urbanas y que
por lo tanto, desaparecieó la mayor parte de los vestigios de las mismas. No
obstante, en el pueblo se pueden encontrar gran cantidad de morteros, que en su
mayoría, fueron utilizados por nuestras abuelas, bisabuelas y más, para la
molienda de granos, especialmente el maíz. También se usaban en muchos casos
para moler ají, sal (que se conseguía en terrones), charqui (carne salada y
secada al sol) y algunos vegetales de los cuales obtenían pigmentos para teñir.
Muchos de estos morteros los encontramos en su lugar
original, ubicados en grandes piedras dentro de las fincas o patios cercanos a
las viviendas. Vamos a tratar de nombrar a algunas de estas abuelas moledoras (muchas
de las cuales ya no están entre nosotros) como una forma de homenajear su invisible
labor culinaria, al igual que a sus esposos que por tantos años trabajaron de
sol a sol para llevar el alimento a sus hogares.
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Frente a "Cacho" Peralta |
Entre estos morteros que se encuentran en el lugar donde
originalmente fueron tallados, podemos destacar uno que se encuentra en medio
de la calle, frente a la vivienda de Nicolás “Cacho” Peralta y Marina Zárate.
También junto a la entrada al domicilio de Nolberto Mercado
hay un mortero en una piedra de gran tamaño y detrás de la casa hay dos
morteros más. Uno de estos morteros es el que usaba su esposa, Doña “Mecha”
Vega, para moler el maíz que cosechaba su marido en el rastrojo. También en
este domicilio hay un mortero más chico (que se utilizaba para moler ají) y un
mortero de “palo” de algarrobo.
Al fondo de la casa de Doña Ambrosia Núñez se encuentra una
piedra de un tamaño importante con el mortero donde la propietaria molía el
maíz.
Al costado de la casa de Miguel Ángel Nieto hay una piedra
enterrada con el mortero que su esposa Eulalia Vega, utilizaba para moler el
maíz. En la afueras del pueblo, hacia el sur, debajo del algarrobo que se
encuentra en lo que era el patio del rancho de Doña Cruz Nieto, madre de Miguel, se
encuentra el mortero donde en aquellos años su dueña molía los granos que alimentaban
a su hijo.
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Mortero de Doña Eulalia |
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Mortero de Doña Cruz |
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Mortero en el jardín de Graciela Aguero |
Al costado de la vivienda de Luis Romero, hay una piedra con
dos perforaciones, que embellece aún más el jardín que cuida su esposa Graciela
Agüero.
En la zona norte, en el domicilio de Evangelisto Brizuela y
su esposa, en la finca que está al costado de la casa, se encuentra una piedra
de gran tamaño con un hermoso mortero donde Rosario Quinteros y sus hijas
molían el maíz. Asimismo, debajo del
algarrobo que está junto al pozo (ya en desuso) detrás de la casa, está ahora
el mortero que solían tener en el antiguo rancho (aprox. a unos 80 mts.), el
cual fue llevado rodando hasta ese lugar por su hijo Antuco ayudado por un
amigo, lo cual seguramente no debe haber sido fácil debido al peso de la piedra
y teniendo en cuenta que el terreno va en subida y que además debieron cruzar
el cauce de un arroyo seco antes de llegar.
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Mortero de Doña Adela |
En el domicilio de Berto Núñez también hay un mortero en una
gran piedra de forma triangular. En el mismo, su esposa Doña Adela Peralta,
molía el maíz.
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Mortero de Doña Isolina |
Debajo del algarrobo que está frente a la casa de Nicolás
Nieto hay un mortero de importantes dimensiones, que su madre, Doña Eloisa Brizuela,
y luego su esposa Isolina Goitea, molían los granos que Don Cecilio (padre de
Nicolás) y su hijo, cosechaban en los bañados.
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Mortero de Doña Antonia |
También en el patio de la vivienda de Valentín
Peralta hay una piedra con dos morteros, los cuales utilizaba su señora Antonia
Mercado para moler los granos de maíz que su esposo cosechaba en los bañados y
el ají que juntaba al pie de la montaña. Este es uno de los pocos morteros que
aún continúan cumpliendo su función, ya que su hijo Guillermo y familia los
utilizan para moler maíz para los pollitos.
Otros morteros ubicados en piedras inmóviles son los que podemos
encontrar en el patio de la antigua casa de Don Celedonio “Shono” Brizuela, el
cual está ubicado en el centro de una piedra de gran tamaño, donde su esposa
Doña Rufina Vega molía el maíz que su esposo y su hijo cosechaban en el bañado
que poseían en las inmediaciones a la vivienda. Cercano a este hay otro mortero
de forma rectangular, posiblemente tallado por Don Shono, ubicado en una
pequeña piedra semienterrada.
También encontramos un mortero, en este caso, a un nivel de
mayor altura, en un predio ubicado a la derecha de la calle, algunos metros
antes de la entrada al oratorio. Según nos cuentan, en este mortero solía moler
maíz la señora Ambrosia Chumbita, que solía vivir en la casa de piedra ubicada
a escasos metros al sur del lugar.
Por último, no queremos dejar de mencionar un mortero que
está a nivel del suelo en la finca contigua a la casa de la Sra. Máxima
Brizuela, ubicada frente al domicilio de su hermano Don Pío Brizuela.