Reseña Histórica de la Gruta de Anjullón

(Foto: Gruta de Anjullón)

Esta nota escrita por Amalia Vera fue publicada en el Diario El Independiente el 31 de diciembre del año 2005. En ella relata como fue la llegada de la Virgen a su gruta y el importantísimo trabajo que realizaron en aquel tiempo para hacer el camino que aún hoy nos lleva a su morada.


BODAS DE ORO DE LA GRUTA DE ANJULLÓN

Por Amalia Vera

El sábado 8 de enero se conmemoró las Bodas de Oro de la entronización de la Virgen del valle en la gruta de Anjullón. Resultó una magnífica fiesta, con riquísimas empanadas, brindis con torta y la música de conjuntos folclóricos, luego de la última noche de novena y la misa. Felicitaciones a los organizadores por el trabajo y las atenciones.

Como protagonistas de aquellos días, queremos hacer una reseña de lo que se vivió hace 50 años, aunque algunos detalles se hayan olvidado lo siguientes es verídico.

El padre Julio Ferreyra trajo una imagen de la Virgen del Valle, desde Catamarca, con la idea de entronizarla en una "casa de piedra" que había en el cerro de Anjullón. Una noche de luna, montados en burros, Alberto de la Vega, Gabriel Vega y otros cumplieron con la difícil misión; llevar la imagen hasta el cerro por la senda que por ese entonces había por la orilla del canal que trae el agua hasta los estanques.

Pero era necesario recorrer un camino para llegar a esa "casa" que más tarde sería la "gruta de la Virgen" y donde ya estaba la imagen. Con dicho objetivo, un grupo de mujeres con ganas de trabajar, emprendimos la tarea: durante la semana fuimos por todas las casas del pueblo e invitamos a los jóvenes a trabajar el día domingo a cambio sólo del almuerzo del día, como también pedimos la colaboración de las familias. La idea dio sus frutos y todos la aceptaron, fue así que, reunidos un día domingo a las 6 de la mañana del mes de diciembre de 1954, se inició el tan ansiado "camino".

Don Juan Moreno y don Sebastián Romero dieron las instrucciones, paralelo al canal y por donde no haya piedras grandes. Con pala, pico, barreta y otras herramientas que cada uno llevaba, arrancaban montes y desenterraban piedras hasta media mañana cuando tomaban un jarro de mate cocido con pan casero, horneado el día anterior por las señoras de buena voluntad, en la zona donde no hay árboles grandes sino arbustos como jarillas o tuscas, cuya sombra escasa buscaban al medio día para aliviarse del cansancio y el calor agobiante. Y más tarde para comer un guiso, locro o carbonada, que hacíamos en tachos del regimiento 15 allí mismo, en medio del campo con sólo el abrigo de una piedra o de la poca sombrita mencionada.

Los primeros tramos fueron los más difíciles, de mucho sacrificio para todos. Así se llegó hasta la primer terminal y pudo pasar el camión de don Nicolás Mercado o el de Don Alfredo de la Vega transportando las herramientas y los untensilios, alivianando esa tarea. Desde ese lugar se siguió en lomo de mula por las sendas hasta la gruta, donde se hizo una pequeña plazoleta y se acondicionó el terreno para que el 8 de enero de 1955 se celebrara la primer misa y bendición del predio, por el padre Virgilio Ferreira, el padre Julio Ferreyra de la Vega y un sacerdote catamarqueño.

Debemos destacar que con esto no se manejó dinero, solamente colaboraciones de los vecinos, todo se hizo de buena voluntad y con el pueblo unido, no había "peones" ni "patrones", sino creyentes impulsados por un noble objetivo común, hacer el camino a la gruta. Ese mismo camino de más de 5 kms, que nos permite llegar a un paraíso de aves autóctonas como el Zorzal, el Rey del Bosque y la Reina Mora, que nos lleva desde hace 50 años a elevarle una plegaria a nuestra Virgencita del Valle.

La mayoría de la gente que colaboró y trabajó en él, ya no está entre nosotros, pero es justo recordarlos, pero también es justo el reconocimiento de quienes estamos presentes y que revivimos aquellos días como si fuera hoy. Para nombrar algunos que compartieron aquel inolvidable y único momento, Berto Núñez, César Núñez, Armando Peralta, Doril Fuentes, la gran colaboradora Elba Moreno y una mención especial al grupo de mujeres que preparaban la comida al sol, haciendo su aporte a la par de los hombres. Entre ellas que se encontraban Susa y Amalia quienes también se encargaban de "Tirar la Manga", recolectando lo necesario para hacerla, y el recuerdo imborrable de Ñata de la Vega.

Amalia Vera cumplió, en diciembre, sus Bodas de Oro como maestra y Susa Brizuela se desempeñaba como enfermera, abnegada en su tarea sin horarios, con la única recompensa del deber cumplido y la satisfacción de poder ayudar al pueblo con sus desvelos, bajo la lluvia o con frío, o en el campo y al sol como en aquellos días cuando se abría el camino.