Tanja, una ciudadana del mundo

(Foto: Tanja Esther Von Arx -Revista Random-)

Nada estaba establecido de antemano; solo la inquietud por conocer a “la moradora del silencio”, Tanja Esther Von Arx. Anjullón, un pequeño pueblo de La Rioja (Argentina), fue el elegido por esta artista de origen suizo para desarrollar su vida.
Desde los catorce años viajó por distintas partes del mundo en giras artísticas que la llevaron a conocer algunos países como Turquía, Rusia, Francia, Canadá y tantos otros lugares que la llevaron a pensar que “uno es hijo del mundo, he andado de gira desde tan jovencita que tal vez por eso piense así; aunque siempre sabía que mi lugar era Suiza. Sin embargo, la primera vez que vine a conocer la Argentina, a la semana de estar aquí presentí que este era el lugar buscado por tanto tiempo; no sentí la necesidad de volver”.
Tanja está casada con Gustavo Suárez, un bonaerense de Vedia, con quien solía venir a La Rioja a visitar a familiares de su esposo que viven en los llanos riojanos. En un viaje que hicieron sus hermanos y su madre para conocer el noroeste argentino, haciéndole conocer la ciudad de La Rioja a su madre, se encontró en la puerta del profesorado de arte, y algo la impulsó a entrar y preguntar si necesitaban profesora de flauta traversa. También expresó que hablaba alemán, dejándoles el teléfono por si había alguna vacante. Cuando salió su madre la estaba esperando; “¿Cómo explicar que había encontrado mi lugar en el mundo? ¿Qué pensaría mi madre, que recién estaba terminando de construir mi casa en Vedia y la quería vender para venirme a la nada?".
Recorrimos toda la costa riojana y nos detuvimos en Anjullón. Nos cuenta que vive con su familia a un kilómetro del pueblo, donde no tiene vecinos, sobre la montaña, con una vista maravillosa que le permite visualizar hasta Catamarca los cerros y las quebradas de la zona. “La música está siempre conmigo, no hay día que no esté pensando en una obra y necesito un lugar tranquilo y no molestar. Si tuviera vecinos me odiarían en un mes; no es agradable escuchar 120 veces la misma armonía. Yo entiendo lo que es el ruido de la música, porque mi esposo por ahí me odia y mi hijo menor, cuando se cansa de escucharme se aparece y pregunta: ¿mamá, te falta mucho? A los pájaros parece que les gusta la música porque revolotean por el jardín” -nos dice con una sonrisa-.
Al preguntarle si sentía añoranzas comentó muy sabiamente; “las añoranzas a veces pasan por las pequeñas cosas como el chocolate o el vino suizo. Son añoranzas sanas. No es ni mejor ni peor el vino o el chocolate pero no me muero por tenerlos. Sin embargo después de estar cuatro años aquí, fui a visitar a mi familia en Suiza, y ¡sentí la locura de la falta del mate!
Hoy, a pesar de ser riojana, porque me he nacionalizado, se que siempre voy a ser “la suiza”. No es discriminación ni sentido de pertenencia, de la misma manera que voy a Suiza y estoy con todos los que me acompañaron en la vida, pero ya no es lo mismo. Sigo siendo suiza pero quiero volver a mi lugar elegido cuanto antes. Tuve oportunidad, en el 2001 de volver a Suiza, ante los problemas que había en el país, la Embajada nos ofrecía becas o inserción laboral, pero nunca quise irme de aquí”.
La soledad de su pueblo le ayuda a madurar y encontrarle la vuelta a sus obras e interpretarlas desde su sentir. “Siempre tengo en claro que soy intérprete, no autora, por lo tanto tengo que ser responsable de la ejecución”.
Norma Ceballos.-

Este artículo fue publicado por la Revista Random de La Rioja/Catamarca en su edición N° 23 del 30/09/08 y reproducido por Semanario La Nueva Voz de Vedia Pcia. de Bs. As. en Abril/09.