(Foto: Álamos altísimos dorados por el otoño en casa de Don Froilan Nieto)
Apacible y melancólico,
bajo un sol bueno de abril,
Anjullón, una vez sola
así de paso te vi.
Admire tus viejos huertos
con sus cercados añosos
y tus álamos altísimos
dorados por el otoño.
Las vides y los manzanos
mostraban sus frutos óptimos
y una alegría de pájaros
me contagiaba su gozo.
En todas partes matices
-morados, pajizos, rojos-
de frescas flores abiertas
para solaz de los ojos.
Azul el cercano cerro
-rugoso telón de fondo-
y todo paz y frescura
los callejones umbrosos.
Anjullón, ¡que dulce acento
tiene tu nombre sonoro!
Por la costa del Velazco,
¿mejor que el tuyo habrá otro?
Tener en ti una casita,
algunas cabras y un huerto,
por la gracia de Dios basta
para vivir sin apremio.
Como te vi una vez sola,
apenas si te conozco,
pero como te recuerdo
dulce pueblo melancólico.
En tu apacible tristeza
Nos parecemos un poco...
Autor: José M. Paredes
Publicado en su libro Rioja de mi Canto (1953)
Por la quietud de su paisaje, por su aire, por cada cosa que se vive, Riojano tu canto sigue!
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