(Foto: La paila donde se está cocinando dulce de membrillo)
Apurando la flor el membrillero
sacudió el letargo del invierno,
e infinitas mariposas, blanco y lila,
arroparon las ramas aún desnudas.
Sin apuro, madre tierra acunó frutos,
y en otoño maduraron ilusiones.
Ya se oye, acompasado, el golpeteo
de la pala en las pailas relucientes,
y cada golpe es un eco melodioso
de un sentir del corazón esperanzado.
Hierve en geiseres radiantes
la masa dorada, azucarada,
hasta el «punto» preciso, calculado
por el ojo avezado del dulcero.
Pasta caliente en las bandejas,
nombre de pan, costra madura,
esconde el secreto dulzor de antaño,
de añejas tradiciones redivivas
Dulcero de Anjullón,
artesano de dulzuras, de sonrisas,
del brillo de los ojos en los niños,
transita las veredas de mi pueblo
portando en su tímido canasto
recuerdos nostálgicos de abuelas.
Autor: Ramiro Héctor Riedel
Poema publicado en su libro “Sabor a Tierra”
Mis felicitaciones màs sinceras al dulcero de Anjullón, creo que no existe nada màs sabroso que esos bellos panes de membrillo!.
ResponderEliminarEscelente poema al fruto del lugar y a esas manos privilegiadas que en las pailas forman dulzura.