(Foto: "El agua que baja por las venas de lo cerros" en la quebrada de Anjullón)
Hizo falta cuánto tiempo,
cuántas noches...
Hizo falta que el silencio
empapara mis sentidos
para que irrumpiera en mis adentros
-cual la luz en los espacios siderales-
la magia de la charca.
Cae la noche en Anjullón
y de repente
el silencio es polifónica armonía
cuando el sapo se adueña de la charca
y proclama sus amores desde el barro.
Perdón si no supe interpretar
tu poesía, tu canto, tu plegaria.
Es el grillo monocorde,
que hizo patria en oscuros escondrijos,
que estremece la noche con su canto:
es la voz de los humildes
irrumpiendo en el concierto.
Es el agua, desde siglos,
que baja por las venas de los cerros
y se desangra en el estanque a borbotones
fecundando la esperanza de la tierra.
Es el viento en los olivos
musitando sus secretos, su plegaria,
es un cielo transparente, azul,
que me impele hacia el misterio,
es la noche anidando entre los viscos.
Concierto de tus noches, Anjullón...
Y cuando el alba se insinúa sigilosa
el rumor cede la posta
al canto de la luz y el chalchalero.
Autor: Ramiro Héctor Riedel
Poema publicado en su libro “Sabor a Tierra”
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